De esclavos modernos a freelancers digitales

Trabajar en una fábrica (empresa tradicional) no es nuestro estado natural.

Regalar nuestro tiempo a cambio de un salario, seguridad y 30 días de vacaciones, no es nuestro estado natural.

Hemos aceptado como «normal» una realidad que existe en el mundo hace relativamente poco.

Son varios los elementos que han reforzado este enfoque durante generaciones.

Un sistema educativo diseñado para fabricar mano de obra barata, obediente y fácilmente sustituible. Piezas de fábrica sin creatividad, capacidad de reflexión, inteligencia emocional y empoderamiento personal.

Unos medios de manipulación masivos que mantienen la sociedad dormida y dominada por el miedo y la desinformación.

En definitiva, un sistema creado para diseñar una sociedad de seres humanos profundamente dormidos, anestesiados y dominados por el victimismo y el infantilismo emocional.

Si tenemos en cuenta todos los años que llevamos en la Tierra, sólo los últimos 200 han estado guiados por este sistema capitalista de las fábricas.

Las fábricas no son sólo esas naves industriales que fabrican productos masivos. Personalmente, conozco muchas empresas que operan bajo el mismo sistema.

Muchos empleados llevan traje y corbata, pero siguen en la fábrica.

Usan bolígrafo (taladro), ordenadores (máquinas), fichan y siguen instrucciones planificadas y medidas. En resumen, trabajo de fábrica «moderna». Fábricas más bonitas, sí. Con sofás, futbolines, máquinas de café ecológico y fruta gratis. Pero en esencia, fábricas.

La pregunta clave aquí es: ¿Y qué hacíamos antes? Para muchos no existe ese antes, y normalizan sacrificar su vida en empresas sin sentido.

Antes éramos cazadores, agricultores, ganaderos, granjeros… hasta que entramos en las fábricas. Y nos convertimos en obreros y mano de obra barata.

Nos hicieron creer que necesitábamos seguridad económica. Nos hicieron creer equivocadamente que para ser felices necesitábamos buscar afuera, y eso sólo era posible a través del consumismo, la apariencia y el dinero.

Pero ahora aparece un nuevo jugador en la partida. Tenemos la oportunidad de pasar de obreros de fábrica a emprendedores conscientes. De esclavos modernos a freelancers digitales.

En esta partida siempre han existido 2 grandes jugadores: la burguesía y el proletariado.

La burguesía es la clase social formada por personas acomodadas que logran tener propiedades y capital.

El proletariado es la clase social que carece de control sobre los medios de producción, y se ve obligada a vender su trabajo a cambio de un sueldo.

La burguesía tiene el capital para invertir en fábricas y necesita mano de obra. El proletariado no puede crear fábricas y necesita trabajo. Las piezas encajan a la perfección.

El problema principal viene en la relación de poder y control que ejerce la burguesía. Siempre fue más fácil sustituir la mano de obra, a que ésta encuentre otra fábrica. Y así se crean los grandes conflictos de abuso en esta relación de interés.

Pero ahora aparece un nuevo jugador: los freelancers digitales.

Valientes que deciden vivir una vida con sentido y libertad a través de su propósito. Inconformistas que desafían al sistema tradicional y entienden que las reglas del nuevo mundo han cambiado. Artistas que no necesitan el permiso de nadie para crear su arte.

El acceso al capital y las conexiones han dejado de ser un problema.

Hoy en día, cualquiera puede tener su propia fábrica con un ordenador portátil y una conexión a internet.

Cada vez que leo esta frase se me ponen los pelos de punta. No sé si te sucede lo mismo. Una sensación de libertad y sentido recorren mi cuerpo.

Esta nueva fábrica pasa a depender de factores internos como la creatividad, el compromiso, la sabiduría interna, la humanidad y las aportaciones interesantes.

Sin necesidad de gran capital. Sin necesidad de entrar al juego de poder y control. Sin necesidad de renunciar a una vida libre.

Este cambio supone una revolución del sistema actual. Damos la bienvenida al nuevo paradigma laboral.

¿Estás preparad@? ¿Qué jugador@ decides ser?

De esclavos modernos a emprendedores conscientes

Trabajar en una fábrica (empresa tradicional) no es nuestro estado natural.

Regalar nuestro tiempo a cambio de un salario, seguridad y 30 días de vacaciones, no es nuestro estado natural.

Hemos aceptado como «normal» una realidad que existe en el mundo hace relativamente poco.

La sociedad y las escuelas han reforzado este enfoque durante generaciones.

Si tenemos en cuenta todos los años que llevamos en la Tierra, sólo los últimos 200 han estado guiados por este sistema capitalista de las fábricas.

Las fábricas no son sólo esas naves industriales que fabrican productos masivos. Personalmente, conozco muchas agencias de comunicación, bancos, supermercados, tiendas de ropa, etc que operan bajo el mismo sistema.

Muchos empleados llevan traje y corbata, pero siguen en la fábrica.

Usan bolígrafo (taladro), ordenadores (máquinas), fichan y siguen instrucciones planificadas y medidas. En resumen, trabajo de fábrica «moderna». Fábricas más bonitas, sí. Con sofás, futbolines y máquinas de café ecológico. Pero en esencia, fábricas.

La pregunta clave aquí es: ¿Y qué hacíamos antes? Para muchos no existe ese antes, y normalizan sacrificar su vida en empresas sin sentido.

Antes éramos cazadores, agricultores, ganaderos, granjeros… hasta que entramos en las fábricas. Y nos convertimos en obreros y mano de obra barata.

Nos hicieron creer que necesitábamos seguridad económica. Nos hicieron creer equivocadamente que para ser felices necesitábamos buscar afuera, y eso sólo era posible a través del consumismo y el dinero.

Pero ahora aparece un nuevo jugador en la partida. Tenemos la oportunidad de pasar de obreros de fábrica a emprendedores conscientes.

En esta partida siempre han existido 2 grandes jugadores: la burguesía y el proletariado.

La burguesía es la clase social formada por personas acomodadas que logran tener propiedades y capital.

El proletariado es la clase social que carece de control sobre los medios de producción, y se ve obligada a vender su trabajo a cambio de un sueldo.

La burguesía tiene el capital para invertir en fábricas y necesita mano de obra. El proletariado no puede crear fábricas y necesita trabajo. Las piezas encajan a la perfección.

El problema principal viene en la relación de poder y control que ejerce la burguesía. Siempre fue más fácil sustituir la mano de obra, a que ésta encuentre otra fábrica. Y así se crean los grandes conflictos de abuso en esta relación de interés.

Pero ahora aparece un nuevo jugador: los emprendedores conscientes.

Valientes que deciden vivir una vida con sentido y libertad a través de su propósito. Inconformistas que desafían al sistema tradicional y entienden que las reglas del nuevo mundo han cambiado. Artistas que no necesitan el permiso de nadie para crear su arte.

El acceso al capital y las conexiones han dejado de ser un problema.

Hoy en día, cualquiera puede tener su propia fábrica con un ordenador portátil y una conexión a internet.

Esta nueva fábrica pasa a depender de factores internos como la creatividad, el compromiso, la sabiduría interna, la humanidad y las aportaciones interesantes.

Sin necesidad de gran capital. Sin necesidad de entrar al juego de poder y control. Sin necesidad de renunciar a una vida libre.

Este cambio supone una revolución del sistema actual. Damos la bienvenida al nuevo paradigma laboral.

¿Estás preparad@? ¿Qué jugador@ decides ser?

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